Estas
últimas semanas hemos estado alejadas del blog y han sido días de estrés y
prisas, cada una con lo suyo, exámenes, el trabajo, viajes, ha pasado de todo,
pero por fin, aquí estamos de nuevo. Nos alegra mucho ver que visitáis el blog
y que os gusta, han llegado los primeros comentarios y nos hace ilusión que nos
lean desde sitios tan lejanos.
Esta semana
ya se ha notado un frío tremendo, prueba de ello es que estoy resfriada y con
una tos terrible. Para combatir estas temperaturas y reconfortar el cuerpo,
viene de perlas el plato que os presento hoy que, aunque parezca extraño, no es
un plato tradicional con siglos a sus espaldas. Parece ser, que la tartiflette
fue creada por los años ochenta del siglo pasado, por el sindicato
interprofesional del queso reblochón, como una medida de promoción y marketing
para aumentar las ventas de este queso de penetrante olor.
Pues bien,
no os voy a hablar ni de su historia, ni del queso, esa información se
encuentra fácilmente por internet. Os voy a contar, porqué es a mi manera. Para
empezar está el tema del queso, que aquí es difícil de encontrar y no es que
sea de los económicos, así que he utilizado un queso de cabra semicurado, ya
que me encantan y además siempre suelo tener en casa, pero el manchego también
le iría estupendamente.
Tampoco he
añadido vino blanco, que lo suele llevar la receta habitual, pero si he añadido
pollo, para hacer que sea un plato único, muy completo. Sin más rollos, paso a dar
la receta, que no quiero que se os quiten las ganas de hacerla incluso antes de
leerla.
Ingredientes:
- 800 a 1000 gr de patatas
- 1 cebolla grande o 2 medianas
- 200 gr de bacon ahumado en tiras (o lardones)
- 400 gr de pechuga de pollo
- 350 ml de nata líquida
- 1 cuña de queso manchego o de cabra semicurado
- 25 gr de mantequilla
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta negra
- Polvos sazonadores de mostaza y ajo (**Opcional, se puede sustituir pos una cucharadita de mostaza de Dijon y ajo en polvo).
Elaboración:
Lo primero
será lavar las patatas, porque las vamos a cocer enteras con su piel.
Han de tener
más o menos el mismo tamaño para que cuezan uniformemente, y estará de 20 a 40
minutos dependiendo de su tamaño, para comprobar que están listas, pincharlas
con una brocheta o cuchillo afilado que ha de salir con facilidad.
Mientras se
hacen las patatas, cortar la cebolla en tiras finas (o juliana) y pocharla con
los 25 gr de mantequilla y un pequeño chorrito de aceite de oliva, a fuego bajo
y tapadas, hasta que estén transparentes.
Cortar el
bacon en tiras, si no lo está ya, y dorarlo en la sartén. Retirar a un plato y
reservar.
Cortar el
pollo en pequeños cubitos y dorarlos en la sartén con aceite de oliva, sal y
pimienta negra. Cuando casi esté, añadiremos los polvitos de mostaza y ajo (o
la mostaza de Dijon y el ajo en polvo).Cuando tome un poco de color lo
reservamos con el bacon.
Precalentar
el horno a 180ºC.
Una vez
cocidas las patatas, esperamos un poquito para poder pelarlas sin quemarnos. Ya
peladas, las cortamos en lonchas como de medio centímetro, las salamos y
cubrimos la base de una fuente de pirex, o apta para el horno, que habremos
untado de aceite de oliva o mantequilla.
Hay que
colocar una capa de patata, luego cebolla, el bacon y el pollo, y luego repetir
las capas hasta acabar con bacon y pollo arriba. Calentamos la nata a fuego
bajo, aquí se puede añadir también sal y pimienta y los polvitos sazonadores.
Verter la
nata sobre la fuente, repartiéndola y colocar el queso en la superficie
(rallado o cortado en lascas).
Hornear
hasta que se gratine, unos 20 minutos.
Un beso y
hasta pronto!
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